jueves, 11 de febrero de 2016

Ven, corre hacia mí.







Mi pequeño desastre con nombre de felicidad.


Encontrarte sin buscarte es la mejor casualidad que podía pasarme en este cruce que las personas llaman ''vida'' muy bien apodado porque cuando te miro, sólo veo eso: vida. Vida que me das y me quitas cuando te vas, cuando lloras a escondidas o piensas, tonto tú que por esconder la cara no voy a descifrar el sufrimiento en tus pupilas color miel. Las pupilas más sencillas y más dulces que he podido conocer, el mundo te quiere perfecto pero yo te quiero roto, imperfecto y a la medida que tú quieras ser:


Ven, corre hacia mí. Ven, y lléname de ti.

No sé de que te avergüenzas si cuando caminas hacia mí con la mirada en alto y la sonrisa de escaparate podría escribir 500 poemas que Neruda no podría escribir ni en su mejor primavera y disparate. Corre, te sigo esperando y cuan más larga la espera, más grandes las ganas. Apuesta por mí, arriesga por todo y ganaremos ante nada porque nada es el tiempo que quiero seguir esperando aquí, sin ti. Ven ahora mismo, ven o te juro que si sigo escribiendo, acabaré enloqueciendo y mañana seré yo quien vaya hacia ti.


Ven, que yo ya estoy corriendo hacia ti. Ven, y quédate.


Quédate un rato más, que aquí entre tus brazos ya no hace frío. Quédate ahora que mis vacíos echan de menos tus suspiros con nombre de escalofrío en la espalda y que todos los poemas que nunca llegué a enseñarte quieren ser susurros al oído; de esos que empiezan con un quédate y acaban con un no quiero perderte.
Mentiría si dijese que no necesito uno de tus abrazos por la espalda; esos que curan, salvan y reparan con solo rozarte; que no te necesito o que no tengo miedo a perderte. Entonces tú me envuelves, me acaricias el pelo y me aprietas contra ti aún más fuerte diciéndome que nunca estaré sola y que tú siempre estarás conmigo; porque siempre has sido tú; siempre has estado entre mis versos; queriendo y sin querer.


Ven, y quiéreme.


Pd. Te sigo esperando.




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